El joven Lucas
Hablando Lucas con su mejor
amiga Patricia, le dijo:
·
Yo soy la persona
más suertuda del mundo, tendré todo lo quiera y cuando yo lo desee, pues mis
padres me lo darán todo.
·
Ten cuidado
Lucas, pues no siempre será así, tus padres no estarán para hacer todo por ti,
y si siempre te comportas así no te quedaran amigos o quizás la situación
cambie y tu familia no pueda darte tanto como ahora. Te voy a contar lo que le
pasó a Kiara:
Érase una vez, una niña
llamada Kiara quien vivía con todos los lujos que se espera que una familia
adinerada tenga. Cada día por las mañanas le llevaban el desayuno a la
cama, tomaba clases de piano, ballet y pintura, sus padres le cumplían cada
capricho que ella tenia, por pequeño que fuese. Era una pequeña presumida
y altanera.
Un buen día, Kiara
vagaba por los alrededores de su casa y se encontró con una niña que tenia la
misma edad que ella quien se encontraba en el patio trasero jugando con una
sucia muñeca de trapo. Kiara, quien solo jugaba con muñecas de porcelana se rió
por lo bajo y pregunto:
- ¿Y
tú quien eres? ¿Por qué juegas con esa muñeca tan fea?
- Me
llamo Beatriz, soy hija de tu nana, y mi muñeca no es fea, simplemente está un
poco descuidada.- Respondió la niña
-
Bueno pues a mi no me gusta – dijo Kiara – Tampoco no me gusta que estés en mi
jardín, jugando con esa cosa y vestida así.
- No
deberías comportarte de esta forma Kiara, no deberías juzgar a otros por lo que
tienen o por como visten.
-
¿Ah no? Yo hago lo que yo quiero y pienso lo que quiero – Dicho esto se dio la
vuelta y se marchó.
Años después, por
azahares del destino, la familia de Kiara perdió todo su dinero, y de lo único
que vivían era del dinero que les quedó por vender la casa. La madre de Kiara
estaba enferma y su padre se había marchado a otra ciudad para encontrar trabajo.
A unas cuantas calles de
donde vivían, había una cafetería muy famosa, cada que pasaba por ahí el
pan del exhibidor y el olor a café hacían que a Kiara le diera hambre y se le
antojara, pero claro, por la situación de su familia no podía comprar ninguno
de los dos.
Cierto día, caminando
hacia su casa, vio un letrero colgado en la cafetería en el que solicitaban
personal, sin pensarlo dos veces Kiara entró a la cafetería y habló con la
dueña quien con una sonrisa y un gesto pensativo le dijo que el trabajo era
suyo.
Las cosas iban mejorando
para Kiara y su familia, su padre había encontrado trabajo y les mandaba dinero
semanalmente, su madre se había recuperado de su enfermedad gracias a las
medicinas que Kiara pudo comprar con el dinero de su trabajo.
Pasaron varios meses
para que Kiara tuviera la oportunidad de hablar con la dueña de la cafetería
por segunda ocasión. Grande fue su sorpresa al enterarse que la dueña era nada
más y nada menos que Beatriz, la niña con la que una vez se comportó tan déspota
y grosera.
Kiara aprendió su
lección: Nunca debes de ser grosero con nadie, ni juzgar a la gente por lo que
tienen, al contrario, debes de ser humilde porque no sabes los planes que el
destino tiene preparados para ti.
Patricia
le dijo a Lucas:
·
Sé humilde y no confíes
en que siempre todo será como ahora, las cosas pueden cambiar.
§ No te rías de los demás, te puedes ver en el mismo
lugar.
Es muy bonita esta historia.
ReplyDeleteSoy Laura de 6°b